Una de las intenciones de los responsables del Yanks Museum es la preservación de la Aviación estadounidense y en esa tarea son imprescindibles las labores de restauración y conservación. La idea es que todas las aeronaves sometidas a estos procesos acaben en estado de vuelo, aunque muchas de ellas, por su valor y carácter único, nunca lo harán.
En este museo, la sección de restauración está abierta a las visitas y pueden contemplarse diversos ejemplares en diferentes estados, desde los que requieren todavía mucho tiempo para poder ser mostrados (algunas restauraciones requieren muchos años, incluso décadas para conseguirlo) a los que se encuentran a punto de finalizar y exhibirse y otros que están siendo sometidos a revisiones rutinarias o reparaciones diversas.
Desde esta zona me encamino al "Boneyard" o Cementerio de Aviones. No es nada habitual poder "chafardear" en este tipo de sitios en otros museos y por eso es tan especial perderse entre fuselajes, cúpulas, piezas y ejemplares varios (algunos bastante extraños) y empaparse de otro tipo de experiencia aeronáutica. En este caso la traducción de cementerio no es muy apropiada ya que es éste un espacio vivo, con aeronaves que esperan su turno de restauración y que con el tiempo pasaran a engrosar las filas de los aparatos terminados que se exhiben en el interior. En cualquier caso, pueden apreciarse algunos aviones a los que parece que les falta poco para conseguir ese estado final y a los que observaremos e identificaré con más detalle en décima y última entrada dedicada al Yanks. Ahora, un paseo desenfadado entre muertos que están muy vivos.
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