jueves, 27 de junio de 2019

Spotting en Narita (I de XI)


A finales de Noviembre y principios de Diciembre del pasado año 2018 pude disfrutar junto a otros colegas de un espectacular viaje a Japón con la idea principal de asistir al acto de despedida de los Phantoms de la Fuerza Aérea de Autodefensa de Japón (tal es su nombre oficial) en un Festival que se celebraría en la Base Aérea de Hyakuri, evento del que os ofreceré algunas imágenes en entradas posteriores.

Amen de lo anterior, el programa pensábamos completarlo con sesiones de spotting en Haneda, Narita, asistencia a algún festival más, bases militares; de todo ello os daré cuenta posteriormente.

En estas primeras entradas dedicadas a dicho viaje nos vamos a ir hasta el Aeropuerto Internacional de Narita, uno de los dos aeropuertos de dicha categoría con los que cuenta Tokio con un elevado número de movimientos prestados por un gran número de compañías que generan un tráfico espectacular y muy atrayente para un spotter europeo ya que, como podéis comprender, se van a poder ver algunas "cosas" casi impensables de contemplar por Europa.


Si a ello le añadimos las facilidades con las que se cuenta en el propio aeropuerto para poder practicar este tipo de fotografía, con varias zonas de observación perfectamente habilitadas, no miento si os digo que es una maravilla y un placer haber podido disfrutar de las bondades de esta instalación aeroportuaria.



En cualquier caso, al tratase de la primera entrada dedicada a este viaje no puedo dejar de comentar diversos aspectos más "mundanos" del mismo y que a buen seguro os harán comprender que practicar spotting en en este exótico país es una experiencia única y especial.

Todo gran viaje comienza con un pequeño paso:







Nada más llegar al aeropuerto queda claro que estamos en un destino nada habitual donde las costumbres y algunos comportamientos son muy diferentes a la tierra de origen del viajero occidental.




La educación con la que me trataron aquellos japoneses y japonesas con los que me relacioné en el viaje siempre fue increíble. El respeto a los demás es una seña de identidad en esta tierra y aunque el idioma es un gran obstáculo para poder empatizar más con ellos (el inglés es de uso muy, muy limitado) realmente tratan de ser agradables y serviciales en un grado al que no estamos acostumbrados, también hay que tener en cuenta que la tecnología actual ayuda a que se pueda sortear un poco algunas de estas dificultades idiomáticas mediante un simple telefóno móvil de última generación y alguna aplicación de traducción.

Y además, hay cosas que no necesitan ser traducidas para entenderlas...


En otro orden de cosas, todo es tan distinto, con tantos detalles diferentes, que cada experiencia es un descubrimiento convirtiendo este viaje en un verdadero cúmulo de nuevos conocimientos en lo que a lo humano se trata.


Por ejemplo, en lo que a la alimentación se refiere se ha de venir con la mente abierta y el estómago dispuesto a probar cosas totalmente distintas a nuestra dieta mediterránea. Eso sí, hay que tener en cuenta que, por lo habitual, las raciones suelen ser más pequeñas que a las que estamos acostumbrados.

(algunas veces hay que pedir y que la suerte acompañe)


(mi única decepción culinaria en Japón: pasta fría)


(Probé todo esto, pero aún no sé lo que comí. Estaba bueno)

(bandeja de desayuno)


(Ramen: E-S-P-E-C-T-A-C-U-L-A-R)



(Pizza de....angulas - Sorprendentemente riquísima)





El pescado es un alimento que se toma hasta en los desayunos, pero si algún día apetece algo más habitual para nuestras costumbres siempre se puede comprar un café y algún acompañante dulce o tentempié salado en algunas de las miles de tiendas de conveniencia como Lawson ó 7-Eleven, entre otras, que jalonan el país.



(La Cerveza japonesa: de Matrícula de Honor si te gusta esta bebida)

Para desplazarnos alquilamos un vehículo en el aeropuerto y nos dispusimos a enfrentarnos al caos del tráfico en Tokio (aunque intentamos ir bordeando y evitando las zonas más problemáticas no siempre nos salió bien), al hecho de conducir por la izquierda, a las señales de tráfico y a los peajes que en gran cantidad nos obligaban a ir parando cada poco tiempo para abonar el importe, casi todos en efectivo ya que muchos de ellos no aceptaban tarjetas, curioso en un país que siempre ha sido muy avanzado tecnológicamente hablando. Por otro lado, señalar que los gps japoneses tienen una opción muy útil en la que puedes localizar el destino (por ejemplo si vas hasta un hotel) mediante el número de teléfono, con lo que se evita lidiar con nombres de direcciones muy complicados.













También hay que citar que el tráfico aún podría ser peor en Japón si no fuera porque la bicicleta es uno de los vehículos más utilizados por los nipones para sus desplazamientos.



Cierto es también que muchos japoneses hacen el viaje inverso al que yo he hecho y disfrutan de España en sus vacaciones. Y prueba de ello es que encontré en Japón varias referencias hispanas, detalles que reconfortan el ánimo y te arrancan alguna sonrisa.





Por supuesto, no todo iban a ser aviones y pude disfrutar de un día completo en Tokio desplazandome en un tren Skyliner espectacular. Al día siguiente me dolía el cuello tras haber pasado toda la jornada anterior mirando los espectaculares edificios de Shibuya o las maravillas tecnológicas de Akihabara. Inolvidable.














Tanta innovación contrasta con el mantenimiento de tradiciones milenarias que el pueblo nipón ha sabido y querido conservar y que conforman su carácter y espíritu de una forma tan dispar a la occidental y al mismo tiempo tan atrayente y llamativa. Y esta dualidad se mantiene hoy día y puede comprobarse en cada rincón de este país.














En cualquier caso, al extranjero como yo todo le asombra y llama la atención. Y todo ha de quedar almacenado en la memoria, lo más probable es que nunca vuelva por aquí, aunque nunca se sabe. Por si acaso, como me conozco y se mi tendencia olvidadiza, siempre llevo mi cámara preparada. Muchos pequeños detalles quedan así archivados para cuando quiera volver a rememorarlos y muchas cosas comunes se vuelven extraordinarias tras visionarlas con tranquilidad y sin las prisas del turista ávido de ver más y más.


























Próxima parada: Narita.