No estábamos allí, pero es casi seguro que uno de los primeros sueños que tuvo el hombre primigenio le hizo alzar la vista hacia el cielo contemplando el vuelo de los pájaros y desear en ese momento convertirse en uno de ellos.
En las más antiguas religiones existían representaciones con forma de hombres alados (Babilonia y Asiria).
Desde la antigua Atenas nos ha llegado hasta hoy la leyenda de Dédalo e Icaro y sus alas de plumas imposibles para escapar de la cárcel de Minos, en Creta, leyenda que seguramente representaba el deseo humano de huir de la verdadera cárcel que suponía el estar anclado al suelo para liberarse surcando el espacio.
Idénticas esperanzas encontramos en la "Historia verdadera" de Luciano Samosanto (siglo II d.C.), en la muerte en 1050 de Oliverio de Malsmebury cuando se estrelló al saltar desde una torre con dos grandes alas construidas por él y atadas a sus brazos, el intento fracasado de Roger Bacon en el año 1200 de construir una máquina voladora similar al sistema utilizado por la aves para volar, etc. La lista es interminable, lo que demuestra realmente que el sueño de alcanzar el cielo nunca ha cesado en la mente de los hombres.
Mención aparte merece Leonardo da Vinci, que en 1486 puso sus inmensas e incansables dotes en el estudio del vuelo humano, aplicando gran racionalidad en dicho estudio, que sin embargo no llegaría a completarse con efectividad por las imposibilidades técnicas de su época (el primer paracaídas de la historia se basaba en los estudios de este Renacentista inabarcable).
En la cronología humana de la búsqueda del aire se escriben los nombres de Roberto Hooke, Francisco de Lana y sus esferas de cobre, Bartolomé Lorenzo de Gusmao y su hipotético vuelo en globo ante el rey de Portugal, Jose Galiendo y su obra "El arte de navegar en el aire" donde se se comenzaba a hablar de globos y gase.
En 1766, Enrique Cavendish descubre el hidrógeno y en 1782 Jose Montgolfier llenó un saco de seda quemando aire debajo y observando como alzaba el vuelo.
Los primeros pasajeros aéreos de los hermanos Montgolfier fueron una oveja, un gallo y un pato, pero el honor de ser los primeros hombres que alzaron el vuelo les correspondió a Francisco Pilatre de Rozier y al marques de Arlandes, que el 21 de noviembre de 1783 realizaron un vuelo de 25 minutos en globo sobrevolando París y aterrizando de una pieza.
Desde ese momento ya no hemos dejado de volar aunque el sueño de alcanzar metas más altas aún continúa en nuestra mente.
Quién sabe, quizás algún día se cumpla en sueño de Dédalo e Icaro y podamos hacerlo con nuestras propias alas. Mientras tanto, seguiremos utilizando la técnica para hacer posible ese milagro que ahora ya no nos parece tan lejano: volar.
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